viernes, 8 de octubre de 2010

La cámara: funcionamiento y aproximaciones

Al ser esta la primera entrada ya metidos en materia, no me meteré demasiado en aspectos muy complejos e intentaré ser lo más claro y simple posible para explicar, precisamente, cuál es el funcionamiento de una cámara. Esto es pues, una aproximación a ciertos conceptos fotográficos.

Bien, como sabemos, la fotografía, consiste en la obteción de imágenes. Estas imágenes se logran imprimiendo o plasmando luz sobre un material fotosensible (es decir, que reacciona a luz). Este material fotosensible será en la mayoría de los casos, película fotográfica (en las cámaras analógicas) o un sensor digital (en las digitales, obvio).

Nuestra cámara no es más que una caja oscura en la que dejaremos pasar la luz durante un cierto período de tiempo, en una cantidad determinada y dejaremos que se fije sobre un receptor con una fotosensibilidad también determinada.

Aquí ya es hora de incluir ciertos conceptos, a los que haremos constante referencia, y que son el arjé de la fotografía.

El primero de estos conceptos es la cantidad de tiempo que expondremos nuestro material fotosensible a luz. A este tiempo lo llamaremos tiempo de exposición, velocidad de obturación u obturación a secas (más adelante veremos qué es el obturador).

La cantidad de luz que dejaremos pasar a través del objetivo por medio del diafragma (ya explicaré más adelante qué es el diafragma) la mediremos en número f. Una aproximación a lo que es el número f en óptica se hace complicada para los neófitos, ya que f es una medida adimensional porque es el resultado de una relación matemática pura y, por tanto, no expresa la apertura física del diafragma si no una representación. Además, y para más inri, la relación es indirectamente proporcional, lo que hace más complejo su entendimiento. Por tanto, cuando tenemos una apertura de f/1,8 estamos dejando pasar muchísima más luz que cuando tenemos una apertura de f/22, por poner un ejemplo, ilustrando que una gran apertura implica un número f bajo; y al revés. Pero sobre esto volveremos un par de veces, ya que es uno de los elementos más importantes de la fotografía, ya que controla otros conceptos que veremos más adelante como la profundidad de campo y tiene consecuencias directas con la nitidez de lo fotografiado.

Finalmente, el último "gran concepto", quizás sea el más fácil de comprender, el más sencillo y el más fácilmente manejable. Esto es la sensibilidad del receptor a la luz (o fotosensibilidad). Esto lo mediremos según varias escalas estandarizadas. Existen varias, todas muy complejas para ser explicadas. Sólo por nombrarlas existen las escalas ASA, DIN, ISO y GOST. Actualmente las más empleadas, las estandarizadas y extendidas, son la escala ASA y la más usada de todas, la escala ISO, a la que haré referencia de manera exclusiva en este blog. La escala ISO, por tanto, regulará la sensibilidad del sensor. Esto es importante ya que, cuanto más sensible se es a la luz peor calidad se otorga al resultado final. Así que procuraremos trabajar con valores ISO lo más bajos posibles, entre 25 (los afortunados que puedan permitírselo) y 400, en la mayoría de los casos; pudiendo forzar la ISO en caso de mucha falta de luz (fotografía nocturna, por ejemplo), a ISOs en valores de 800, 1600, 3200, etc.

Pues bien, con esta pequeña y breve introducción sobre la velocidad de obturación, el número f y la sensibilidad ISO, doy por cerrado el capítulo de funcionamiento y aproximación (muy básico y muy elemental).

1 comentario:

  1. Magnífico blog. Lo leeré despacito porque hay mucho lenguaje complejo y términos por asimilara.
    gracias.

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